KARINA
ZOTHNER

Un trabajo planteado desde lo mas íntimo e introspectivo, una escucha del cuerpo en relación con la materia que le rodea, un viaje a través de los sentidos y un encuentro con la libertad; de ser, de elegir, de decidir y de hacer.

La base conceptual sobre la que se estructura el trabajo es una reflexión sobre la pérdida de un status, sobre el desapego y sobre la resiliencia, entendida como adaptación y superación de la supuesta pérdida de comodidades o avances transformados en capacidades o competencias.

Así la performance se ha realizado con los ojos vendados, trabajando una tela de medio-gran formato, en una sesión intimista iluminando la sala dónde se ha presentado el trabajo únicamente con velas.
Se ha creado una atmósfera muy especial, envolvente, sugerente y un poco obsesiva. Acompañada de un audio creado para la situación específica, con loop de voces propias y fragmentos de piezas de audio que evocan paisajes sonoros.

Tres colores, rojo, negro y nogalina, grafito y óleo blanco en barra y sal y pigmento seco, Tierra de Cassel.
Los colores primigenios de la prehistoria, la sal y la tierra seca.

Cuando los primeros hombres prehistóricos descubrieron el fuego, por accidente, un rayo partió e incendió un árbol, domesticaron ese fuego que les calentó, alumbró y asó su comida. Domesticaron el fuego pero no sabían como obtenerlo. Y lo guardaban con celo y premura, quizás la primera gran posesión de la humanidad, quizás la primera gran pertenencia que cambió su sentido de la propiedad y la dependencia vital de algo muy muy valioso.
En esta proyecto la reflexión atraviesa un supuesto en el que el "guardián" del fuego desaparece y deja a la tribu sumida en el frío y en la oscuridad. Un retroceso sobre un status alcanzado. Pero ese retroceso permite a la tribu re-aprender otra vez a ser libre de posesiones.

Metafóricamente, planteo mi acción con los ojos vendados, renunciando a la visión, al orden, al control delegando en un proceso sensorial profundo, muy muy íntimo, conectado con lo mas profundo y animal de mi ser.
El silencio se hace profundo y el espacio se vuelve infinito.
Sin visión, "sin cerebro" no me queda otra solución que sentir hasta unos límites insospechados que me permiten realizar un recorrido profundo, emocional y sensitivo. Siento la energía que emana de mis manos y siento el calor que desprenden los colores y realizo un recorrido por todo el soporte apoyándome en este cúmulo de sensaciones.

Karina Zothner
Tarifa 2018

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